Los organismos manipulados genéticamente y sus productos derivados llevan tiempo presentes en el mercado
La manipulación genética de cualquier organismo vivo y, en consecuencia, de los alimentos que de éste se derivan ha pasado irremediablemente a convertirse en algo muy común en nuestros días. Tal es así, que numerosos productos transgénicos se han hecho un hueco en nuestra sociedad de consumo y podemos encontrarlos perfectamente en cualquier supermercado.
Los OMG
Un organismo transgénico u organismo modificado genéticamente (OMG) es aquél al que se le ha añadido algún gen o grupo de genes de otro organismo, generalmente de otra especie, con el fin de que adquieran ciertas propiedades como la mejora de su aspecto, el enriquecimiento nutricional, la resistencia a las enfermedades, su conservación, etc.
En muchos alimentos
La mayoría de los transgénicos son principalmente de origen vegetal. Así, podemos encontrar verduras y cereales manipulados genéticamente como el maíz y la soja, o tenerlos presentes a menudo en los ingredientes de numerosos alimentos elaborados, como productos lácteos, cerveza, pan, bollería, repostería, comidas congeladas, conservas, compotas, aceites vegetales, productos dietéticos, margarinas, harinas, etc.
La transgenia natural
Desde siempre, el hombre ha hecho uso de la variación genética natural para conseguir nuevas especies o variantes de especies de plantas y de animales por técnicas de cruce y selección.
Combinación natural versus manipulación artificial
Sin embargo, a diferencia de las técnicas tradicionales y naturales de combinación genética, la manipulación genética artificial traspasa las barreras entre especies para dar lugar a seres vivos con otras propiedades que no existían en la naturaleza.
No necesariamente mejores
No se ha demostrado que los productos transgénicos sean más sanos, más baratos, más respetuosos con el medio ambiente o que sean la tan ansiada solución a los problemas alimentarios que sufre una gran mayoría de habitantes en el planeta. Muy al contrario, el consumo y la producción de transgénicos plantea, al menos en teoría, una serie de potenciales riesgos e inconvenientes en lo que a la salud, al medio natural y a determinados aspectos socioeconómicos se refiere.
Potenciales riesgos para la salud
Si bien es cierto que los productos transgénicos, como cualquier otro alimento, han de pasar serios controles sanitarios y toxicológicos que pueden durar varios años, antes de que obtengan la autorización para ser comercializados, como establece la normativa europea, aún no se ha determinado de manera absoluta si su consumo podría entrañar algún riesgo para nuestra salud dentro de un periodo de tiempo mucho mayor que el que llevan efectuándose dichos controles. Tales riesgos podrían comportar la aparición de nuevas alergias o la formación de tóxicos de efectos inesperados.
Los imponderables en el medio
Por otro lado, la manipulación genética de organismos plantea serios inconvenientes con respecto al medio ambiente y la agricultura como la contaminación genética, la pérdida de biodiversidad, el desarrollo de resistencias en insectos y "malas hierbas" o efectos no deseados en otros organismos.
Asimismo, los insecticidas y plaguicidas pueden eliminar especies de insectos que realizan la labor natural de polinización que favorece la variación genética, y a otras que se alimentan de insectos que causan plagas, y controlan su propagación. También afectan a bacterias, hongos o gusanos que hacen los suelos fértiles.
Hacia el control agroalimentario global
Desde un punto de vista socioeconómico, los productos transgénicos contribuyen a que sean tan sólo unas pocas multinacionales agroalimentarias las que se hagan con el monopolio y el control del mercado de la alimentación mundial y la producción de semillas, y que favorecen la dependencia económica y alimentaria.
A su vez, las grandes industrias agroquímicas, productoras de herbicidas y plaguicidas, han apostado por fusionarse con la industria agroalimentaria. De esta manera, los cultivos transgénicos requieren en muchos casos la utilización combinada de herbicidas o plaguicidas específicamente destinados a estos cultivos. Esto crea una mayor dependencia a los agricultores y garantiza el consumo y, por tanto, la venta tanto de semillas como de productos contra sus plagas y enfermedades.