La principal causa de las guerras del futuro será el agua

La principal causa de las guerras del futuro será el agua
Uno de los recursos más importantes es el agua. Actualmente, el 20 % de la población carece de agua suficiente y para el 2025 esa cifra aumentará al 30 %, afectando a 50 países. En estos momentos existen 1.600 millones de personas que no tienen acceso al agua potable ni a los servicios de saneamiento básicos, mientras que todos los manantiales han sido privatizados. Estos problemas podrían aumentar si se cumplen los pronósticos de la ONU para el año 2025 en la que la demanda de agua será un 56% más que su consumo.Fuente de conflictos
De hecho, se predice que la principal consecuencia será que las guerras del futuro tendrán como causa las fuentes del agua. Si se echa una ojeada a los mapas y atlas del mundo vemos que la mayor parte de las cuencas fluviales están compartidas entre varios países: Nilo, Mekong, Congo, Brahmaputra… O el ejemplo de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Todos ellos desean controlar el Sistema Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua subterráneas del continente americano que es capaz de producir 80 kilómetros cúbicos por año, lo que equivale a cuatro veces la demanda anual de Argentina. Las fronteras fluviales compartidas serán el objeto de las guerras del futuro, y la escasez provocada por el aumento poblacional y el cambio climático serán sus causas más generales, aunque la solución a estos conflictos parecen ser los tratados entre naciones que comparten fuentes de agua dulce en sus territorios. De hecho en la actualidad existen 157 acuerdos de colaboración entre países que comparten cuencas acuíferas.
Un recurso limitado
La crisis de este recurso es debida principalmente a factores tales como: La ineficiencia de su uso, la degradación por la contaminación del agua, la explotación excesiva de las reservas de aguas subterráneas y la creciente demanda de agua para satisfacer las necesidades humanas, del comercio y de la agricultura.Elemento codiciado
Ante este panorama y fruto de la escasez de agua, las grandes corporaciones han optado por privatizar el agua dulce en las reservas que existen en el mundo. Se calcula que dentro de 15 años, los “grandes dueños del agua” tendrán controlada el 75 % de las reservas del que ya se denomina “oro azul”. Por ahora, las grandes empresas de infraestructuras, abastecimiento y saneamiento de agua ya dominan un negocio que supera en ganancias a la industria farmacéutica, la que mayores beneficios obtiene en todo el planeta. Son tres los principales factores que, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han llevado a los países en vías de desarrollo a adoptar la fórmula privatizadora: la falta de recursos por parte de los gobiernos para abastecer a sus ciudadanos, la baja calidad del suministro público y las presiones externas de corporaciones e instituciones capitalistas para liberalizar la economía.Un monopolio
Pero hay limitaciones y problemas de la privatización a la hora de paliar la falta de servicios de agua y saneamiento en los países en vías de desarrollo. Los dos primeros factores están relacionados y se ven agravados por la existencia de tarifas inadecuadas, es decir, excesivamente altas. Por lo general, el precio por el servicio público no alcanza a recuperar su coste y el impago suele estar bastante generalizado. La situación beneficia a los que más tienen, mientras los pobres acaban siendo los más afectados, en la medida en que el Estado carece de ingresos para ampliar el servicio a una población en constante crecimiento.
El tercer factor proviene de los países donantes, que presionan para que los países en vías de desarrollo liberalicen la economía y abran sus mercados. El Banco Mundial ha sido uno de los abanderados de la privatización del agua.
Sirviendo a sus propios intereses
La conclusión es que las empresas privadas no están interesadas en abastecer a las zonas pobres rurales porque no generan beneficios y han encontrado también la manera de excluir a los más pobres en las áreas urbanas. La privatización ha ido acompañada casi siempre de una subida desproporcionada de las tarifas de agua e, incluso, allí donde los gobiernos se han cuidado mucho de imponer contractualmente ciertas limitaciones y obligaciones a las empresas, el resultado no ha sido el esperado. Cuando se presiona a los países en vías de desarrollo, se esta obviando la experiencia previa de los países desarrollados, que necesitaron de la intervención estatal para universalizar estos servicios. Atrapados entre la necesidad de garantizar el acceso de la población a un derecho básico e imprescindible para la vida como es el agua y la responsabilidad de ofrecer una seguridad jurídica a la inversión extranjera, los estados en vías de desarrollo se encuentran en un callejón sin salida.Hacia una nueva política del agua
Se requiere una nueva política del agua, que garantice más equidad, más eficiencia y más sostenibilidad, aprovechando las mejores tecnologías disponibles, y potenciando la participación y la corresponsabilidad de los ciudadanos para combatir el despilfarro, la especulación, la insuficiencia y la contaminación del agua.El agua es, por encima de todo, un derecho básico que, como tal, corresponde al Estado garantizar. De su disponibilidad dependen el sustento, la salud, la educación y la dignidad de las personas. Demasiado para dejarlo en manos del mercado.